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En Querétaro, la fiesta resultó incompleta

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Por Héctor Cantú

El estadio La Corregidora volvió a recibir público un año después de la tragedia

La Corregidora de Querétaro necesitaba volver a palpitar en sus entrañas como en antaño. Un estadio mundialista no debería pasar por la vergüenza de ver sus butacas vacías, mientras en su prado, 22 jugadores se enzarzan por ganar tres puntos. Un duelo que en los últimos meses se convirtió en un mero trámite alejado de la magia que transmite la pelota hacia las tribunas.

Fue una ausencia de 379 días que se sintió como una eternidad. Un año después de aquella tarde trágica y condenable, donde la violencia se apropió de los espacios destinados para gente civilizada que gusta del futbol, las puertas del inmueble volvieron a abrirse de par en par.

Regresaron los abonados, los aficionados recalcitrantes. La gente de la tercera edad. Familias completas con niños, una estampa que un año atrás era impensable volver a observar y que hoy, por fortuna, vuelve a ser una realidad. Eso sí, con un dejo de miedo que solo el tiempo podrá curar en su totalidad.

Ayudaron los protocolos de seguridad. También la obligatoriedad del Fan ID que por ahora está en proceso de extenderse a todos los estadios del futbol mexicano.

Pero sobre todo, pudo más el deseo de volver a alentar a un equipo sumergido en las sombras del ostracismo que desde aquel día quedó relegado a sufrir constantes derrotas y a hacer aún más dolorosos los partidos de local en los que, sin el apoyo de los suyos, solo lograron dos victorias.

La tragedia del estadio La Corregidora; así la viví

Asistí como aficionado sin saber lo que me tocaría atestiguar

La parafernalia fue perfecta. El mensaje, más que claro: Querétaro es un estado, un equipo y una afición que apuesta por la paz y que no se representa con aquellos hechos violentos de marzo de 2022.

Así, las playeras blancas con el lema "Somos una familia, somos Querétaro" que se repartieron al arranque del partido y que terminaron siendo agitadas para formar un mosaico inolvidable, hicieron juego con las palomas del mismo color que revolotearon la cancha antes del silbatazo inicial.

Abajo, los embajadores de una nueva era pacífica como ''Tito' Villa, Mauro Gerk, Thiago Volpi y el propio Ronaldinho, se unieron en un solo mensaje: En el Estadio La Corregidora, futbol sí, violencia no.

La mesa estaba servida para que fuera una fiesta total, pero los comandados por el técnico, Mauro Gerk fallaron en su misión.

Gallos Blancos, aún con el carnaval en el graderío, volvió a ser un equipo desordenado, arrítmico, con transiciones inentendibles y demasiado errático.

Ni siquiera el corazón y las ganas de brindar un espectáculo a la gente que regresó a un estadio vilipendiado alcanzaron para anotar otra victoria en el triste palmarés del equipo emplumado.

La historia pudo haber sido peor de no haber sido por esa empate conseguido, de manera dramáticaen los minutos finales. Juárez fue mejor equipo en la cancha, pero jamás lo fue tanto como para echar a perder la fiesta montada en las gradas de La Corregidora.

Ese inmueble mundialista y de alta tradición histórica, ha vuelto a transpirar futbol con las sensaciones irrebatibles de ser un estadio que le queda muy grande a este equipo que, por cierto, también tiene una deuda muy seria con su afición.

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