Las Águilas del América han vuelto a perder con los Diablos Rojos del Toluca una final de manera consecutiva.

De aquel equipo imparable bajo la batuta de André Jardine queda muy poco y más allá de verse como un equipo sólido, el duelo de Campeón de Campeones ante los Diablos Rojos exhibió las carencias del equipo azulcrema.

Toluca, más allá de demostrar los argumentos que lo llevaron al título, vuelve a darle una lección al equipo capitalino de que las planeaciones bien hechas permiten colectar los frutos jugosos de la cosecha. En todas las líneas, los Diablos Rojos son un equipo compenetrado, con buen futbol y sólido.

En la otra cara de la moneda están las Águilas, un proyecto que con el paso del tiempo se ha ido resquebrajando y que hoy por hoy presenta falencias importantes, sobre todo en la línea defensiva.

América no pudo mantener la ventaja obtenida en el primer minuto de juego y terminó sufriendo una voltereta insospechada ante el mal trabajo de balón parado y la nula visión ofensivas de los hombres encargados en recorrer los carriles laterales.

Por las bandas no hubo productividad ofensiva y las marcaciones hombre a hombre, fueron un trámite fácil para Alexis Vega, Paulinho y Marcel Ruiz, los tres hombres más peligrosos del campeón escarlata.

América aún tiene margen de maniobra. Tendrán que venir decisiones para solidificar un equipo que ha ido perdiendo piezas clave en los últimos meses y que ahora, deberá recomponerse para mantenerse vigente como uno de los máximos rivales a vencer en el futbol mexicano.