Necaxa y Tigres han dado una verdadera muestra de cómo se deberían de jugar los partidos de Liguilla en el futbol mexicano.

Dos propuestas ofensivas que brindan espectáculo hasta el último minuto y que dejan a los aficionados con un gran sabor de boca.

Y aunque por momentos existan estos espasmos de buen futbol en una liga donde los grises suelen ser los principales colores, la regularidad siempre aparece por parte del cuerpo arbitral.

Los nazarenos no estuvieron a la altura de los cuartos de final. Se vio en el duelo de Toluca, donde una mano de Jesús Gallardo no es sancionada.

Y el episodio polémico más clamoroso se dio en el duelo entre Tigres y Necaxa con la jugada que finiquitó la eliminación de los Rayos con un gol de último minuto.

Primero un empujón de Purata sobre el defensa para ganar la posición y la posesión de la pelota. Luego una patada de Ibañez sobre el arquero de Necaxa que bajo cualquier otro contexto hubiera sido sancionado como falta.

El problema se hace mayúsculo cuando el VAR no muestra las jugadas completas, con lo que se limita el análisis correcto de la jugada.

La Comisión de arbitraje deberá trabajar a fondo para definir correctamente a los árbitros bajo el estricto de ser los más capacitados, siempre y cuando se intente salvaguardar el buen espectáculo sobre la cancha