A Cruz Azul le gusta sufrir, es innegable. El partido de ida ante Pachuca, donde no fue capaz de marcar gol de visitante, parece ser un mal negocio para el equipo de Reynoso que aspira a llegar a la final.

De nueva cuenta, La Máquina coquetea con los viejos fantasmas, con la incómoda cruzazuleada que aparece cuando el celeste es el favorito, labra el camino para lograr el objetivo, y éste se desmorona de último momento.

El peligro que corre el cuadro de la capital mexicana es que reciba un gol de Pachuca que lo ponga contra la pared. Es el peor escenario al que podría enfrentarse esta escuadra que en los últimos años ha demostrado que, la presión en sus jugadores puede aniquilar absolutamente todos los sueños.

Contra Toluca le sucedió. Logró el boleto a las semifinales in extremis, con un gol que por momentos parecía no llegar.

Pachuca sabe que lograr el ‘Aztecazo’ es más factible si son los primeros en anotar. Entonces tendrán el dominio emocional sobre su rival, el manejo del tiempo y la presión a su favor.

Es cierto, este Cruz Azul es diferente, tiene gol, tiene espíritu y madera de campeón, pero aunque las tuercas del futbol se aprieten desde el banquillo, la presión sobre la plantilla y los miedos de enfrentar a los viejos fantasmas hacen que cualquier ‘cruzazuleada’ pueda suceder.