Por Héctor Cantú
Essa Barshim y Gianmarco Tamberi sellaron el empate y se quedaron con el oro
El momento más especial de los Juegos Olímpicos, donde afloró el espíritu y deportivismo nos lo regaló la prueba de salto de altura.
Fue una batalla reñida entre el catarí Essa Barshim, considerado el mejor saltador de altura del mundo y el italiano Gianmarco Tamberi, quien mostró al mundo las calcetas con su rostro impreso con las que compitió.
Al final, ese distintivo le trajo suerte y concentración y le permitió mantenerse en la pelea palmo a palmo con el asiático para colgarse su primera medalla olímpica.
Barshim y Tamberi habían llegaron sin errores a los 2.37 metros. Al intentar el 2.39 ambos saltarines fallaron en las tres oportunidades, por lo que el juez de competición se acercó a ambos atletas para preguntarles si querían irse al desempate, o preferían sellar la paridad y ambos regresar a casa con el oro olímpico reluciente en sus pechos.
Los dos competidores se miraron y sellaron el empate con un saludo de manos y un abrazo amistoso que pasará a la historia como uno de los momentos más icónicos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 que ha entrado a su recta final.
Esta es la tercera medalla Olímpica para Brashim, quien ganó bronce en Londres 2012 y plata en la edición anterior. Para Tamberi, este fue su debut en el podio olímpico.